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La afluencia de interesados superó las expectativas y casi un centenar de personas se dio cita el viernes en las jornadas de agricultura ecológica organizadas por la Cooperativa Agrícola Altea junto con la recién creada Concejalía de Agricultura.


 


La primera ponencia, del presidente del Comité de Agricultura Ecológica en la Comunidad Valenciana, fue una avalancha de estadísticas sobre el auge que está tomando esta forma de cultivo en España, sobre todo en Andalucía y el incremento que se está produciendo en nuestra comunidad en los últimos años. Según José Antonio Rico, “para poder vender ecológico hay que seguir una serie de trámites e inspecciones, tras los cuales se obtiene la certificación oficial que permite acceder al mercado en condiciones”. Eso es lo que realiza su departamento en la Consellería valenciana.


 


El segundo ponente, coordinador técnico de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, mediante un video, incidió en los beneficios medioambientales del cultivo ecológico ya que  no se utilizan abonos sintéticos que para su elaboración necesitan emitir grandes dosis de CO2 a la atmósfera.


 


En la mesa redonda final, en la que participó un productor y exportador de Villajoyosa asentado en el mercado -Jaime Sánchez Lloret-, los conferenciantes expusieron los beneficios que tiene este tipo de cultivo que vuelve, en cierta manera, a la forma tradicional de trabajar la tierra. Para ellos, el ideal es tener animales y cultivos, como se ha hecho siempre, para poder obtener abonos naturales procedentes de estos animales. Según ellos, de esta manera se cierra el círculo de producción, que es el más respetuoso con el entorno. Además incidieron en el hecho de que es una oportunidad de negocio puesto que los beneficios obtenidos son mayores que en la agricultura convencional.


 


El sábado por la mañana, un autobús lleno hasta la bandera, que incluía a la concejala del ramo, Carolina Punset, desembarcó en la localidad valenciana de Carrícola, un pequeño pueblo que, desde los años 80, se dedica casi por completo a esta forma de agricultura. Uno de los socios de su cooperativa, Luis Blasco, enseñó los productos que generan sus campos a un buen número de curiosos: hinojo, col romanesca, o naranjas y mandarinas. Explicó lo bonito de la profesión, no exenta de momentos duros como cualquier trabajo en el campo, pero aseguró que el precio que reciben por sus ventas es bueno y les permite vivir con dignidad y con mayores ingresos que un agricultor dedicado a la agricultura convencional. Aseguró que ningún palet con verdura o fruta sale de su cooperativa sin haberse vendido antes; trabajan siempre bajo pedido, es decir, una vez recibido el encargo, se van al campo a recolectarlo y lo envían casi el mismo día, lo que asegura su frescura. Llamó la atención el interés y la curiosidad despertada por esta forma de cultivo entre los agricultores alteanos que preguntaron hasta la saciedad a Luis Blasco, en particular, en referencia  a la posibilidad de combatir las plagas.


 


Las jornadas terminaron con un aperitivo basado en tortas de verdura ecológica, de la que los excursionistas disfrutaron antes de volver a Altea.

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